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  • Foto del escritorBibliotecaria CSJ

Un paso.

Un paso.


Se acelera el pulso.


Otro.


Echas la vista atrás, hacia esa persona que se despide de ti.


Otro.


Compruebas que llevas las llaves en el bolsillo.


Otro.


Revisas por última vez tu móvil en busca de algún mensaje más.


Es entonces, cuando decides acelerar el ritmo.


Te arreglas el pelo. Alisas tu camisa. Y tuerces la esquina.


Es en ese momento cuando todo cambia. Subes la vista y los ves, ves a tus amigos. Tus

compañeros de vida. También ves a aquellas personas a las que querrías haber olvidado,

dejado atrás.


Os abrazáis, os contempláis y admiráis como han cambiado; cómo el tiempo, aunque fuera

poco, les ha dejado huella.


Un verano.


Y pensar que fue ayer cuando todavía estabas contando las horas para disfrutar de ese lujo.


Que fue ayer cuando conociste a esas personas que te cambiaron la vida, pero con las que

perdiste el contacto pronto. Que bellos esos amigos, por efímeros que sean.


Que fue ayer cuando abrías la puerta de la casa del pueblo, esa grande y de hierro que tanto se

atrancaba; y disfrutabas del olor que te rodeaba a madera vieja e historias felices.


Que fue ayer cuando te quitabas las chanclas y notabas cómo la arena te acariciaba los pies,

que entrabas en el agua y no salías hasta que el sol se ponía y tú ya estabas más que bañado

por el sol.


Salís de esa ensoñación y dirigís la mirada hacia el barullo que se empieza a formar.


Es la hora, os decís mentalmente.


Os miráis a los ojos y os acercáis despacio, porque sabéis que una vez que entréis todo

cambiará.


Cruzáis el umbral de esa puerta y, antes de que hayáis podido apreciarlo, habéis subido las

escaleras, torcido hacia la derecha y entrado en la clase.


En clase.


En el colegio.


En casa.


Todavía se puede apreciar el aroma a productos de limpieza, tiza, tinta fresca y mil historias

por vivir. Pronto éstas se convertirán en anécdotas y el habitáculo se llenará de personas que

las contarán.


Pero antes, aprecias ese instante de paz y novedad que se sume ante vosotros, contempláis

ese lugar donde llorareis y reiréis; pero sobre todo, memorizáis el lugar que recordareis para el

resto de vuestras vidas…

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