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  • Foto del escritorBibliotecaria CSJ

SUSPIRO DE UNA DIOSA

La primera vez que la criatura abrió los ojos vislumbró la superficie brillante de la flor malva en la que se hallaba. El sol, desde su trono celeste, depositaba sus deslumbrantes hebras doradas sobre aquel colorido y alegre mundo vegetal.



La brisa de la mañana, inabarcable poetisa de nanas florales, mecía el tallo de la flor con la suavidad consciente del tesoro que albergaba.


La criatura observó maravillada la reluciente superficie redonda de las perlas que el rocío había depositado en los pétalos cual efímera recompensa de la noche pasada.


Fue en ese instante cuando se vio reflejada por vez primera en el espejo de cristal tembloroso de la gota. Conservaba íntegros algunos recuerdos de su solitaria existencia pasada: el insaciable apetito de su estómago, sus afanes por desplazarse con aquel cuerpo blando y torpe, su vulgar aspecto… La imagen que en aquellos momentos la inundó era en todo distinta a la que había precedido al sueño profundo. Su figura estilizada y ligera en nada se asemejaba a su anterior redondez. Poseía unas patas extremadamente largas y débiles aunque lo suficientemente flexibles como para servir de soporte a su ligereza. Pero lo que definitivamente colmó de dicha el corazón de la criatura fue la aparición de dos enormes estructuras multicolores. No sabía cuál sería su utilidad pero el instinto la impulsó a dejarse caer por el extremo de un pétalo púrpura.

Una indescriptible sensación de libertad precedió a la suave batida de sus alas de terciopelo.

Inició un ascenso titubeante con la profunda certeza del éxito y distinguió la vasta extensión del prado bordado en tempranas florecillas de todos los colores imaginables.

En el culmen de su primer vuelo pudo percibir el susurro melodioso del viento marino que, anhelante de tierra firme, llevaba consigo los versos de tierras lejanas a las cuales el insecto nunca llegaría.


Paladeando la unión de lo eterno con lo efímero escuchó, embriagada por la dulzura de su nueva vida, el murmullo nítido de la brisa:

Silueta silenciosa,

Mirada pasajera,

estancia tan ligera,

que en pétalos se posa.

Fugacidad hermosa,

fragilidad pequeña,

vos, colorida estela,

que en vuelo se deshoja.

Dignaros, mariposa,

mirad, floral princesa,

la dulce primavera

suspiro de una diosa.


Autor: Isabel Enrique Trujillo.

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